La
Criminología es una ciencia social viva, no es estática ni inflexible, su
objeto de estudio se define por cuatro grandes pilares: el delito, el
delincuente, la víctima y el control social, pero más allá de una enumeración
técnica, estos elementos representan realidades profundamente humanas.
La
criminología “es una ciencia empírica, que aborda cuatro elementos, los cuales
confluyen en un hecho delictivo como lo es el delito, el perpetrador, la
persona afectada, así como el control social.” (Zúñiga López, p. 89)
Cada
uno de ellos es una expresión compleja de la conducta, el dolor, la desigualdad
y la búsqueda de respuestas que trasciendan la simple reacción correctiva.
Pensar en el objeto de la Criminología es, en realidad, pensar en cómo una
sociedad enfrenta el conflicto, el daño y la posibilidad de redención o
transformación.
El
delito, como punto de partida, no es una simple infracción legal, es una
construcción social, jurídica y cultural, su definición varía en el tiempo,
según los intereses de quienes detentan el poder. En algunos contextos, se
criminaliza la pobreza; en otros, se normaliza la violencia estructural
mientras se persigue con fuerza la marginalidad; es por eso que, entender el
delito implica despojarse de prejuicios y observarlo desde una visión crítica:
¿qué conductas se tipifican?, ¿por qué?, ¿a quién benefician esas definiciones?
Además,
el delito no es solo un hecho individual; es un fenómeno atravesado por
condiciones sociales, económicas y simbólicas, la criminología no puede
conformarse con describirlo: debe interrogarlo. Su objetivo no puede limitarse
a la estadística ni a la clasificación, sino a la comprensión de lo que
representa en términos de fractura social, expresión de desigualdad o producto
de un entorno opresivo. El delito, entonces, no es solo una “acción desviada”,
sino una alerta sobre fallas más profundas en la estructura de convivencia.
Como
un segundo lugar, el delincuente no debe ser visto como un sujeto aislado, ni
como un ente maligno ajeno a la sociedad, esa visión ha generado estigmas,
exclusiones y políticas represivas que terminan por reproducir la criminalidad.
El ser humano que atenta tiene historia, contexto, motivaciones y, sobre todo,
potencial de transformación.
Es un
error suponer que el delincuente nace como tal o que no puede reformarse, esta
concepción determinista ha sido útil a los sistemas sancionarios, pero es
incompatible con un enfoque humanista, empírico y social.
La
Criminología debe acercarse al delincuente desde la comprensión y no desde la
condena moral, esto no significa justificar conductas dañinas, sino entender
los factores que las originan y perpetúan. Pobreza, exclusión, traumas, fallos
en la socialización o contextos de violencia sistemática son elementos que no
pueden ignorarse, una criminología eficaz debe ir más allá del castigo: debe
apostar por la prevención real, la resocialización efectiva y la eliminación de
las condiciones que generan la delincuencia.
Por
otra parte, la víctima ha sido, por mucho tiempo, una figura olvidada, el
enfoque penal clásico centró su atención en el hecho y en el infractor, excluyendo
a la víctima a un rol pasivo. Sin embargo, el reconocimiento de su protagonismo
ha permitido una evolución sustantiva en los estudios criminológicos, la
víctima no es un simple receptor del daño, sino un actor que requiere reparación,
escucha y dignificación.
El
abordaje de la víctima exige una doble mirada; ya que, por un lado, reconocer
su dolor, su necesidad de justicia, de venganza, de protección y, por otro,
evitar caer en una instrumentalización política de su sufrimiento. Hay que
prevenir que su figura sea usada para justificar políticas autoritarias o
vengativas, la verdadera justicia no debe usarse como excusa para alimentar el
populismo disciplinario. Proteger a la víctima significa garantizar sus derechos
sin sacrificar los de otros.
En
esta noticia: https://elpais.com/america/2025-06-04/extradiciones-y-atentados-la-mano-larga-de-ortega-acecha-a-los-refugiados-en-costa-rica.html?utm_source,
muestra cómo la violencia política trasciende fronteras y convierte a los
refugiados en víctimas de atentados, amenazas y persecución en Costa Rica
Finalmente,
el control social es el elemento que articula todo el objeto de estudio
criminológico y no se trata solamente de instituciones represivas como la
policía o el sistema penal, el control social incluye también las formas
informales de regulación, como la familia, la escuela, la comunidad, los medios
de comunicación y ahora, cada vez más, las redes sociales. La forma en que una
sociedad controla los comportamientos considerados desviados habla de sus
valores, sus contradicciones y sus prioridades.
El
control social puede ser funcional o disfuncional, puede servir para preservar
la unión, o para mantener privilegios, puede promover la convivencia, o
reforzar la desigualdad, una criminología comprometida no puede ser neutral
ante esta realidad. Debe analizar críticamente los mecanismos de control: ¿a
quién se controla?, ¿cómo?, ¿con qué criterios? ¿Es el control social una
herramienta de equidad o de exclusión?
Además,
es imprescindible pensar en nuevas formas de control social que no se basen
solo en la sanción, sino en la prevención inteligente, en la inclusión, en el
acceso equitativo a oportunidades, el castigo debe dejar de ser el centro de la
política criminal. El control que transforma no es el que vigila, sino el que
educa, el que acompaña, el que repara, es por eso que, el papel de la
criminología es también propositivo: debe construir modelos de convivencia que
reduzcan la necesidad de control represivo.
En conjunto,
estos cuatro componentes del objeto de estudio de la Criminología revelan una misma
constante: el ser humano, tanto el que transgrede como el que sufre la
transgresión, como quien observa y decide cómo reaccionar ante ella, forman
parte de una red interdependiente. El delito, el delincuente, la víctima y el
control social no son entes abstractos, sino personas reales, con historias,
emociones y derechos.
Por
eso, una Criminología verdaderamente científica y comprometida no puede
alejarse de lo humano, su razón de ser no es acumular conocimiento por sí
mismo, sino poner ese conocimiento al servicio de una sociedad más justa, más
libre de violencia y más sensible al dolor del otro. El reto no es solo
entender el crimen, sino ayudar a evitarlo sin deshumanizar al infractor, sin
invisibilizar a la víctima y sin justificar controles arbitrarios, en ese
equilibrio complejo y desafiante está la verdadera fuerza que transforma esta
ciencia.
Referencias
Quesada
Webb, A. (junio 3, 2025). Extradiciones y
atentados: la mano larga de Ortega acecha a los refugiados en Costa Rica. El
País. https://elpais.com/america/2025-06-04/extradiciones-y-atentados-la-mano-larga-de-ortega-acecha-a-los-refugiados-en-costa-rica.html?utm_source
Zúñiga
López, R. (2025). Fundamentos de
Criminología. EUNED, San José, Costa Rica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario